domingo, 21 de agosto de 2011

FABIO MORABITO

Fabio Morábito (Alejandría, 1955) es autor de tres libros: Lotes baldíos (FCE, México, 1985), De lunes todo el año (Joaquín Mortiz, México, 1992) y Alguien lava (Era, México, 2002). Los tres aparecen reunidos en el volumen La ola que regresa (FCE, México, 2006). Ha escrito también libros de cuentos y de prosas varias, la novela Emilio, los chistes y la muerte (Anagrama, Barcelona, 2009) y el libro de ensayos Los pastores sin ovejas (El equilibrista, México, 1995). Tradujo la poesía completa de Eugenio Montale, que publicó en Barcelona en 2006 Galaxia Gutenberg – Círculo de Lectores. Estos poemas pertenecen a un libro inédito (Diario de Poesía Nº 81, Diciembre 2010/ Abril 2011, Argentina.




***

El maestro pasa lista

sin mirarnos.

Después de cada nombre

se escucha “presente”.

Cada tanto un silencio: alguien no vino.

el maestro levanta la vista para cerciorarse.

Hubo una vez uno que guardó silencio

al oír su nombre,

el maestro levantó la vista, no lo vió

y puso la cruz de la falta.

El otro permaneció impasible

y lo miramos con envidia.

Tenía una cruz y estaba con nosotros.


No se quitó la cruz en toda la mañana.

Sin percatarse del engaño

el maestro le pidió que leyera en voz alta

y en el salón estalló la risa.

¿Por qué se ríen?

y todos bajamos la vista,

incluido el ausente,

que leyó con voz ausente,

o así me pareció.


Al otro día no vino,

tampoco al otro día

y pocos días después, pasando lista,

el maestro se saltó su nombre,

después lo tachó con la pluma

y yo olvidé su nombre, su rostro y su cruz.



***


He dejado de ir



Ruegos, golpes, chantajes


de mis padres


nuevas suplicas, no sirven.


Una vez más mi nombre


cuando se pasa lista


cae como gota al piso,


se le suma otra costra


como buque que lleva


toda clase de escorias


en el casco.


Más que a nombre de alguien


a estas alturas debe


de sonar a conjuro


para espantar moscas.


Quizá el maestro lo diga


con voz de humo, o harto


de no obtener respuesta


se lo salte, y el día


que me presente y diga


al oírlo “presente”


los otros volverán


sus cabezas,


se hará pausa larga


y mi nombre con alas


planeará sobre mi rostro absurdo.


Me mirarán y yo


¿qué miraré: el muro,


mis manos, una mosca?


Sí, miraré una mosca


con envidia


huir por la ventana.




***


Los perros ladran a lo lejos


Junto con ellos soy


el único sin sueño en el planeta.


Me ladran a mí,


despiertos por mi culpa.


Mi estar despierto los encoleriza


y su cólera me espanta.


Somos los únicos

que no dudan


de la redondez de la tierra.


Los otros, los dormidos,


han renegado de Copérnico,


por esta única vez


se han reclinado sobre un mundo plano.


Por única vez, todas las noches,


y así amanecen,


creyendo que la tierra no da giros.


No pueden conciliar el sueño


sobre una superficie triste,


sobre un planeta equis.


Mejor oír ladrar los perros


que amanecer neolíticos.


Más vale no pegar el ojo


que claudicar al universo.

3 comentarios:

Ricardo Juan Benítez dijo...

Gracias Fabio... una voz poética creativa, novedosa y con magníficas metáforas. Un placer para la lectura.

Anónimo dijo...

Se debería hacer un profundo estudio sobre la invisibilidad existencial. Buena Poesía.

Gracias.

Manuel Guzman.
México DF

Anónimo dijo...

Mi admiración de siempre por tus trabajos, Fabio.

Publicar un comentario

GRACIAS POR TU COMENTARIO -EL ESCARABAJO LITERARIO-