Fabio Morábito (Alejandría, 1955) es autor de tres libros: Lotes baldíos (FCE, México, 1985), De lunes todo el año (Joaquín Mortiz, México, 1992) y Alguien lava (Era, México, 2002). Los tres aparecen reunidos en el volumen La ola que regresa (FCE, México, 2006). Ha escrito también libros de cuentos y de prosas varias, la novela Emilio, los chistes y la muerte (Anagrama, Barcelona, 2009) y el libro de ensayos Los pastores sin ovejas (El equilibrista, México, 1995). Tradujo la poesía completa de Eugenio Montale, que publicó en Barcelona en 2006 Galaxia Gutenberg – Círculo de Lectores. Estos poemas pertenecen a un libro inédito (Diario de Poesía Nº 81, Diciembre 2010/ Abril 2011, Argentina.
***
El maestro pasa lista
sin mirarnos.
Después de cada nombre
se escucha “presente”.
Cada tanto un silencio: alguien no vino.
el maestro levanta la vista para cerciorarse.
Hubo una vez uno que guardó silencio
al oír su nombre,
el maestro levantó la vista, no lo vió
y puso la cruz de la falta.
El otro permaneció impasible
y lo miramos con envidia.
Tenía una cruz y estaba con nosotros.
No se quitó la cruz en toda la mañana.
Sin percatarse del engaño
el maestro le pidió que leyera en voz alta
y en el salón estalló la risa.
¿Por qué se ríen?
y todos bajamos la vista,
incluido el ausente,
que leyó con voz ausente,
o así me pareció.
Al otro día no vino,
tampoco al otro día
y pocos días después, pasando lista,
el maestro se saltó su nombre,
después lo tachó con la pluma
y yo olvidé su nombre, su rostro y su cruz.
***
He dejado de ir
Ruegos, golpes, chantajes
de mis padres
nuevas suplicas, no sirven.
Una vez más mi nombre
cuando se pasa lista
cae como gota al piso,
se le suma otra costra
como buque que lleva
toda clase de escorias
en el casco.
Más que a nombre de alguien
a estas alturas debe
de sonar a conjuro
para espantar moscas.
Quizá el maestro lo diga
con voz de humo, o harto
de no obtener respuesta
se lo salte, y el día
que me presente y diga
al oírlo “presente”
los otros volverán
sus cabezas,
se hará pausa larga
y mi nombre con alas
planeará sobre mi rostro absurdo.
Me mirarán y yo
¿qué miraré: el muro,
mis manos, una mosca?
Sí, miraré una mosca
con envidia
huir por la ventana.
***
Los perros ladran a lo lejos
Junto con ellos soy
el único sin sueño en el planeta.
Me ladran a mí,
despiertos por mi culpa.
Mi estar despierto los encoleriza
y su cólera me espanta.
Somos los únicos
que no dudan
de la redondez de la tierra.
Los otros, los dormidos,
han renegado de Copérnico,
por esta única vez
se han reclinado sobre un mundo plano.
Por única vez, todas las noches,
y así amanecen,
creyendo que la tierra no da giros.
No pueden conciliar el sueño
sobre una superficie triste,
sobre un planeta equis.
Mejor oír ladrar los perros
que amanecer neolíticos.
Más vale no pegar el ojo
que claudicar al universo.
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3 comentarios:
Gracias Fabio... una voz poética creativa, novedosa y con magníficas metáforas. Un placer para la lectura.
Se debería hacer un profundo estudio sobre la invisibilidad existencial. Buena Poesía.
Gracias.
Manuel Guzman.
México DF
Mi admiración de siempre por tus trabajos, Fabio.
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